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‘Lubianka’ o cómo dibujar en viñetas la cara más oscura de la URSS

Dos premios Nacionales de cómic, Felipe Hernández Cava y Pablo Auladell, se reúnen en novela gráfica una obra dura y poética que llega a las librerías de la mano de NORMA Editorial

El cómic tiene la facultad de transportar al lector a mundos de ensueño, pero también es capaz de permitirnos asomarnos a lugares donde nunca querríamos estar. Por ejemplo, la sede moscovita del NKVD, el Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos, que tuvo una considerable influencia en los años más duros de la URSS. En esa zona oscura del poder soviético han indagado dos premios Nacionales de cómic, el guionista Felipe Hernández Cava y el dibujante Pablo Auladell, en su última obra, Lubianka. La noche que no conoce el alba, recién publicada por NORMA editorial.     

Son muchas las aproximaciones que se han hecho al aparato represivo soviético desde todos los géneros, pero no son tantas las que tienen a la literatura como protagonista. La historia de Lubianka -nombre con que se conoce popularmente el cuartel general de la seguridad federal-gira en torno a un joven escritor, Volodia Gubin, originario de una aldea perdida de los Urales, que ocupa un despacho en el viejo edificio neobarroco.

Todavía no sabe que, en unos pocos años, en el centro de la plaza se erigirá, encaramada sobre una elevadísima columna, la estatua de Felix Dzerzhinski, el fundador de la Checa. La misma estatua que un tiempo después, en 1991, derribará una multitud indignada tras el golpe de Estado a Mijail Gorbachov. Por el momento, sin embargo, Gubin sirve fervorosamente a la fe soviética, a cuyo servicio pone todo su talento.

Al mismo tiempo, Evgueni Petrovich Gógoliev, un respetado escritor vanguardista de raíces judías que gozó de gloria y reconocimiento en el pasado, no es ahora más que un cuerpo desfigurado que yace en una de las celdas del Lubianka, esperando su terrible sentencia. Allí va a reencontrarse con aquel muchacho campesino que lo visitara años atrás, el mismo cuyos ojos se pierden detrás de Alevtina, la bella esposa del anfitrión.

Aunque se trata de personajes de ficción, fueron varios los escritores reales que respiraron el aire viciado entre esos mismos muros: los poetas Ósip Mandelshtam y Serguéi Yesenin y el novelista Aleksandr Solzhenitsyn, que andando el tiempo obtendría el premio Nobel de Literatura, figuran entre los más conocidos huéspedes del Lubianka.

Hernández Cava (Hágase el caos, Las oscuras manos del olvido, Las serpientes ciegas) y Auladell (La torre blanca, El paraíso perdido), que ya viajaron a la Europa del Este en su anterior obra en colaboración, Soy mi sueño, superan su propio listón con esta nueva novela gráfica, dura y poética a un tiempo, dotada de un tempo moroso que contrasta con el avance irrefrenable, y a menudo vertiginosa, de la Historia con mayúsculas.

En definitiva, una obra de arte y a la vez un grito de denuncia contra un sistema liberticida, el soviético, lleno de inquietantes tintes kafkianos. Ya lo dice uno de los carceleros de Evgueni: “Dadme al hombre, que la acusación ya la encontraré”.    

10 de octubre de 2023