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La viñeta se asoma a la terrible cotidianidad de los campos de extermino

NORMA Editorial lanza una nueva edición de ‘Auschwitz’, la novela gráfica de Pascal Croci considerada el primer cómic que proyectó una mirada realista sobre la Shoah

La sinrazón de la persecución y extermino de los judíos ha inspirado infinidad de libros, películas y cómics. Pero hasta el año 2000, cuando el dibujante Pascal Croci lanzó en Éditions du Masque su gran obra, Auschwitz, nadie se había atrevido a hacer una novela gráfica realista sobre la Shoah. Su publicación en España corrió a cargo de NORMA Editorial, que ahora lanza una nueva edición de este título, que obtuvo el Prix Jeunesse de l'Assemblée Nationale.

Una de las características que distingue Auschwitz de otros proyectos inspirados en los campos de exterminio nazis es que bebe directamente de los testimonios de supervivientes. El dibujante quedó impresionado tras ver la monumental película Shoah, de Claude Lanzmann, y decidió que trabajaría con la memoria real de los testigos. Cuando en 1993 se celebró una exposición de dibujos de deportados en la alcaldía del distrito XI de París, la impresión fue doble. “Una señora se acercó a mí y me contó su viaje al infierno. En la piel de su brazo había un número tatuado. Aquel día encontré a mi primera testigo”, recuerda. “Sabía que me arriesgaba mucho, pero no hacer nada, no decir nada, ya me parecía imposible”.

Junto al documental de Lanzmann y el archivo fotográfico de la Asociación Fundación Memoria de Auschwitz (AFMA), que consultó repetidamente, Croci también reconoce que le influyó mucho La lista de Schindler. “Gracias a aquella película tuve la impresión de que era posible hablar del Holocausto de una forma distinta. Spielberg despertó muchas conciencias”.

La acción arranca precisamente en 1993, en una Yugoslavia sumida en su irreversible desintegración. El anciano Kazik y su mujer, Cessia, recuerdan los terribles días hacinados en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. A través de sus páginas en blanco y negro, y con un despliegue de recursos poco habitual, la obra de Croci sumerge al lector en una cotidianidad llena de contrastes y detalles poco divulgados. “Auschwitz-Birkenau estaba organizado en subcampamentos, en cada uno de los cuales había prisioneros de guerra rusos, húngaros, gitanos y judíos, que no fueron condenados a la misma suerte. Cuando se forma parte de una comunidad que no ha sido molestada durante seis meses, es comprensible que sus miembros relajen la vigilancia... En la realidad, así fue exactamente como sucedió. Su jefe, Hirsch, nunca quiso creer en la ‘solución final’. Cuando comprendió su error, prefirió suicidarse”.

Huyendo de la ambigüedad como del maniqueísmo, Croci recrea con sus lápices uno de los episodios más negros de la Historia de la Humanidad desde una óptica realista, diluida por una atmósfera brumosa y pesada que se extiende por toda la obra. “No fue fácil escribir una historia que se desarrolla en un escenario cerrado”, concluye. “Para escribir la historia excluí toda documentación -libros, películas, fotos- que no procediera de Auschwitz. Una imagen me marcó especialmente en mis investigaciones: las fotos de las excavadoras con sus palas repletas de cadáveres. Eran el emblema del horror creado por la ideología nazi”.

22 de noviembre de 2023