Ya tenemos aquí el penúltimo tomo de la colección más metafísica del mercado. Alan Moore, como siempre, sigue siendo Alan Moore.
En efecto, ya tenemos desde hace algunas semanas el cuarto tomo de la colección regular de Promethea. Para los que estaban preocupados por una posible indigestión metaficabalística (y también para los que la han acabado disfrutando, como el que suscribe) debida al viaje de Sophie Bangs por las esferas Sephirot, comentarles que veremos cómo éste finaliza en este tomo. Por fin veremos los mundos superiores representados por las tres últimas esferas, sabremos qué es exactamente Promethea y presenciaremos la revelación definitiva en lo que a metafísica se refiere: Dios.
Acabado el viaje, el retorno de Sophie Bangs no va a ser tan plácido como podíamos prever, ya que como muchos recordareis había otra Promethea en activo en la tierra. Y digamos que el cambio de guardia no va a ser el colmo del pacifismo. Todo acabará en un juicio... presidido por el mismísimo Rey Salomón en el que probablemente sea el número más divertido de toda la colección.
En definitiva que Promethea sigue siendo Promethea, sin altibajos, sin interrupciones. Un Alan Moore, brillante a la par que enloquecido, dando rienda suelta a todos sus conocimientos y teorías esotéricas, apoyado por un portentoso J.H Williams III que deslumbra siempre con sus dibujos y diseños de página. En definitiva, imprescindible. David D. Domínguez.
11 de julio de 2008