La semana pasada os dejamos con la emotiva historia de Khalid a través de la entrevista realizada por nuestra colaboradora Marisol Hernández en el último Salón del Cómic de Barcelona. Hoy, en otra de sus entrevistas Miguelanxo Prado nos abre su mundo a través de las olas del mar de La Coruña.
Estamos ante quien es posiblemente uno de los autores que goza de mayor reconocimiento internacional, un autor, que si siempre nos ha sorprendido con su capacidad narrativa y su exquisito diseño gráfico y quien con el paso de los años avanza en la línea de emocionar al lector.
Ganador del premio a la mejor obra española en el pasado Salón del Comic de Barcelona por su obra Ardalén, Miguelanxo a través de sus palabras nos trasmite que su evolución no ha terminado, que sigue queriendo descubrir nuevas maneras de comunicarse con el lector y de llegar al mismo a través de su obra. Lejos de de sentirse un autor consagrado, Miguelanxo continúa con un proceso de búsqueda permanente, el que todos sus seguidores agradecemos, ya que con cada nueva obra nos sorprende y nos propone una nueva experiencia.
Ardalen, la obra ganadora del premio, es una auténtica oda a los recuerdos, a nuestra memoria, capaz con los años de confundir la realidad con nuestros deseos. Una obra brillante y con una carga emocional que penetra en alma del lector, haciéndole sentir, que lo que Miguelanxo cuenta, no solo es real, sino una experiencia vital de gran profundidad.
Eres posiblemente el autor español más premiado dentro y fuera de España ¿Cuál crees que es la clave de tu éxito?
Ni la conozco, ni quiero conocerla. Tuve muy claro desde el principio, que era hijo de las vanguardias, aprendí que el arte era una forma de expresión personal. Eso liberó a la creación de muchas limitaciones, pero se dejó de lado otro componente esencial: la comunicación. Para mí en el ahora es inconcebible pensar en el arte sin comunicación. Me interesa el código y el lenguaje que utilizo.
Si un libro, tengo la fortuna de que funcione bien, me alegro muchísimo, porque para eso lo hago, pero una vez que ya lo he hecho, no me interesa volver a contar lo mismo y de la misma manera. A veces esto es una contradicción en sí misma como lector. Me encanta que determinadas personas, que hacen determinadas cosas, las sigan haciendo. Me encanta que Pratt haya hecho muchos libros de Corto Maltés. Pero yo soy incapaz de hacerlo así, no siento esa necesidad.
Empezaste la carrera de arquitectura y lo abandonaste por el cómic ¿Cómo lo acepto tu familia?
Fatal. Fue una etapa muy difícil de mi vida, porque se prolongo muchos años y porque mi pasión por la pintura y la literatura fue un aprendizaje directo de mi padre. Me llevaba a recorrer las pocas galerías de arte que había en La Coruña. Luego me llevo a ver el Prado y a Toledo a ver los cuadros de El Greco. Que la personas que me había metido el virus en el cuerpo, no entendiese que dejase la carrera en arquitectura para dedicarme a esto, me resulto muy difícil de digerir.
A pesar de tu constante cambio en el grafismo y en la temática, si has creado un estilo único y perfectamente reconocible, en el que es difícil percibir influencias, pero ¿Cuáles han sido tus influencias?
Me impacto muchísimo la obra de Veermer, seguramente de ahí viene mi fascinación por los silencios. Además de su maestría técnica, es como si materializase el tiempo en sus cuadros. Con mas madurez y siendo más consciente, he sido influenciado por muchísimos, entre ellos Toulouse Lautrec y Egon Schiele. Después de tanto tiempo Altamira o Lascaux me siguen pareciendo auténticas obras cumbres del arte.
A nivel literario soy mucho más ecléctico. Una de mis lecturas más tempranas fue Lovecraft, me fascinaba. Entre todas las lecturas, remarcaría el primer realismo mágico que conozco y que me fascina, es el de Cunqueiro. A partir del realismo mágico, toda la literatura latinoamericana, Borges, Cortazar, me fascinan absolutamente todos.
En el otro extremo, y sin ninguna relación, Virginia Wolf. Me fascina el monologo interior de los personajes, en qué manera el personaje reflexiona sobre el propio mundo, como se cuenta la realidad. Y en la actualidad, gente como Ian McEwan. Me dejo muchos, pero básicamente son estos.
Cuando uno se inicia en el mundo del cómic, copia y aprende de varios autores que los consideran grandes artistasa los que les gustaría parecerse hasta encontrar su propio estilo. ¿Cuáles han sido los tuyos?
Cuando descubro el cómic, el primer relámpago me llega con Moebius. Cuando veo sus dibujos pienso, este señor no tiene el mismo ADN que yo. Lo que se me confirma a lo largo de toda mi vida, lo conocí, lo trate y lo sigo pensando.
Me fascinaron Muñoz y Sampayo y aprendí de ellos, prácticamente todo lo que sé de la gramática y la sintaxis del cómic. Es brutal, cuando descubro ese mundo. Me asombra como Toppi puede contar una historia sin viñetas y que funcione, me asombra la elegancia de Dino Battaglia o la eficacia de Breccia, la capacidad que tenía de reinventar y de rehacer el color.
Hay dos temas recurrentes en tu obra, uno es el mar y, más concretamente, el mar de tu tierra, Galicia ¿Es una obsesión personal?
El mar no es una obsesión, es simplemente algo natural. Nací en La Coruña y desde bien pequeño el camino que hacía todos los días era oliendo a yodo, escuchando gaviotas y viendo el mar. Es por tanto un elemento que de forma natural está en mi vida.
Después fui descubriendo que el mar es un espacio, que desde las culturas más antiguas, ha funcionado en dos niveles que coexisten sin problemas. Un nivel es como realidad. Las culturas que conocen el mar, intentan navegarlo, conocerlo, explotarlo, se alimentan de él. Pero al mismo tiempo, en un segundo nivel, el mar es un entorno místico. Es un tránsito del mas allá, de la otra vida, en el mar todas las culturas han depositados sus más terribles miedos y horrores, hemos colocado tesoros, mundos fabulosos y ciudades mágicas sumergidas. El mar siempre ha funcionado así y todos aceptamos sin problemas la convivencia entre el mar real y el mar místico que tenemos en la cabeza.
El segundo de los temas es la sociedad, a la que te cuestionas en la mayor parte de tus obras ¿qué te lleva a psicoanalizar la sociedad?
La sociedad si es una obsesión, porque acaba siendo el reflejo de los conflictos personales. Por un lado, creo enormemente en la solución social, en tratar de hacer las cosas juntos; pero al mismo tiempo, desconfío de la colectividad, las mayores atrocidades de la humanidad han sido hechas o permitidas por el colectivo.
También hay un tema colateral, que es la preocupación por la incomunicación. Sabemos que existe un mensaje, un emisor y un receptor, y que es un acto fallido desde el momento en que se produce. Ese mensaje, cuando es recibido nunca coincide con el del emisor. Puede dar lugar a situaciones hilarantes o acabar en la peor de las tragedias.
Todas tus obras sorprenden y me declaro fiel seguidora de las mismas, pero si hay una obra que me ha sorprendido en cada una de sus páginas,es Ardalen ¿Cómo consigues emocionar tanto con esta obra?
No lo sé, lo que si se, es que otra de las cosas que desde el principio me obsesiono fue la técnica narrativa. Dibujo con facilidad, rápido, pero nunca quise que mi obra fuese un despliegue gráfico, siempre quise que estuviese al servicio de la historia que contaba. Me preocupaban todos los sistemas de representación que utilizaba, pero al final me di cuenta de que podía seguir aprendiendo, pero que lo más importante, era emocionar.
En estos momentos lo que más me importa es emocionar al lector, compartir emociones. Con Ardalén tenía claro que quería transmitir las emociones de todo ese grupo de personajes y además, como quería jugar en ese doble campo del universo alucinado y de la realidad. El libro tiene cinco finales y es así, porque me interesaba mantener todas esas líneas sentimentales que se iban abriendo. En estos momentos es lo que me importa, no sé con qué medio o técnica haré las siguientes obras, pero lo que sí que sé es que lo que me importa es emocionar.
¿Por qué inventas un nuevo viento, el Ardalén?
Lo invente en un momento en que tuve muy claro cuál podía ser ese viento. Tenemos un montón de vientos en todas partes y sorprendentemente en Galicia, el viento que es el que más sopla y el que nos trae la lluvia, que nos define como país, es simplemente el viento del suroeste. Busqué en la red, pregunté a gente que navega pero no, no tenía ningún nombre, era tan solo el viento del suroeste.
Decidí que tenía que ponerle un nombre y me encontré con el regalo de la etimología del gallego: ar do alén significa al mismo tiempo aire, viento de «alén», que es «el otro lado del atlántico», pero «alén» también es «el más allá».
Entonces detrás del nombre de Ardalén hay todo un trabajo de simbología y terminología ¿ha algún fenómeno más detrás del nombre?
Estuve invitado en Costa Rica, en un festival de cine sobre la naturaleza, en el que habían seleccionado De Profundis. En el jurado, había una meteoróloga experta en climatología, le gusto mucho De Profundis y hablando de lo que estaba haciendo en aquellos momentos, le hablé de Ardalén y le comente que me había inventado el nombre del viento, que se suponía que partía del Caribe y llegaba a Galicia.
Me dijo que ese viento existe, un fenómeno meteorológico que se da cada cierto tiempo y que me enviaría documentación. Me envío varios correos electrónicos con los datos que me podían servir y efectivamente, los mapas que pongo al final son los que ella me envío y que son totalmente veraces, no hay nada inventado. De hecho, me esforcé en aclarar que cosas eran ciertas y cuáles no.
¿Qué somos más?, lo que nosotros recordamos o lo que los demás recuerdan de nosotros
Para nosotros, somos más lo que recordamos, pero al final como nosotros nos morimos y desaparecemos, acabamos siendo lo que los demás recuerdan de nosotros. Da lo mismo lo que hayamos sido, lo que hayamos hecho o como nos hayamos comportado, si en el recuerdo de los demás queda algo y ese algo nos pervive, esa memoria ya no la cambias.
Si simplemente en nuestra experiencia personal, somos ya conscientes y creemos que la visión que tienen de nosotros no se ajusta a la realidad, cuando ponemos años y siglos de por medio puede pasar de todo.
En Ardalen, vemos personas que han dejado de vivir, para vivir solo de sus recuerdos ¿Crees que esto es así?
Si, de hecho cada vez estoy más convencido de que es así. Creo que se dan dos circunstancias extremas. Primero durante demasiados años, vivimos con la idea equivocada de que no tenemos pasado. Si existiese la reencarnación y viniese con memoria, me gustaría echarles en cara a los que nos preparan. Me parece terrible haber vivido tantos años mirando sólo hacia el futuro, porque la memoria del pasado me iba a permitir hacerlo mejor, aprender de los errores y de las cosas que había hecho mal.
En vez de aprender del pasado, lo hacemos a golpe de hacerlo mal. Pero de repente, hay un momento entre los 30 y los 40 años, en que a veces la gente coge miedo al futuro y mira por primera vez para atrás y decide quedarse con el pasado. Me resulta muy espeluznante, cuando a gente de mi generación le escucho hablar con nostalgia de "cuando éramos jóvenes".
Al final la fórmula es un equilibrio, al menos es lo que intento, asumir tu pasado y enriquecerte con él, con todo, con los errores, con los aciertos, con las oportunidades que has tenido, con la gente que has podido conocer, la gente a la que has podido querer y hacer una depuración hacia futuro.
Creas cómics, has participado en series y creado películas de animación ¿De dónde sacas tiempo para todo?
Creo que lo consigo teniendo claro lo que quiero hacer y haber tenido hijos me ayudo, me hizo darme cuenta de que había unos horarios y que no había ninguna ley divina que dijese que un artista tenía que estar trabajando hasta las seis de la madrugada. Cuando tienes que asumir, que a las tres de la mañana vas a tener que estar pendiente de un niño, entiendes que lo mejor será regularizar los horarios.
También me ha ayudado el ir entrando en diferentes proyectos, a ordenar las cosas y el tiempo. Lo que más me ha costado es aprender a decir que no, a sopesar si lo quiero hacer realmente o si me estoy dejando llevar. Un amigo, Ángel de la calle, me dijo una frase que acabó convirtiendo en un mantra: “Nadie sabe lo que queríamos hacer, sabe lo que hacemos”.
De que me sirve pensar: me hubiese gustado hacer ... lo que debo pensar, es lo que tengo tiempo de hacer y centrarme en ello.
¿En que otros proyectos te ves?
Ahora que he conseguido recuperar tiempo y volver al cómic de manera sostenida, hay como mínimo un par de proyectos más que quiero hacer, antes de meterme en ninguna otra cosa.
También hay un corto de animación, que espero no hacer demasiado tarde; tengo el compromiso moral con la persona con la que lo iba a hacer, que por desgracia murió y el compromiso se mantiene. Quiero hacerlo y quiero esperar a que se pueda hacer como se merece la obra. Hoy mismo he estado hablando de hacer algo en animación, otro cortometraje y este seguramente, se podrá desarrollar antes.
23 de enero de 2014