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Continúan las crónicas

Este mes tenemos ya en la tienda el segundo volumen de Dragonlance Chronicles, recopilando los números del 5 al 9 de la serie original. Siguen las aventuras de los Héroes de la Lanza.

 Sin duda la trilogía original de Dragonlance, Las Crónicas de la Dragonlance, las que se adaptan en esta serie, son parte del pasado literario de muchos de nosotros. Y es que a pesar de la indudable superioridad  literaria de El Señor de los Anillos, para muchos de nosotros fue la Dragonlance, y no la obra de Tolkien la puerta de entrada en el mundo de espada y brujería. Y es por eso que cualquier atisbo de objetividad se anula cuando toca hablar de un cómic por cuyas páginas circulan personajes tan míticos como Tanis, Raistlin, Caramon, Sturm o Tasslehoff, verdaderos arquetipos literarios de todos los líderes atormentados, magos malvadamente ambiguos, guerreros bonachones,  caballeros honorables o kenders descerebrados que nuestra mente pueda llegar a concebir.

Y sin objetividad ¿qué queda decir? Pues que es imposible no pasárselo de miedo con esta   -para algunos- revisitación de la trilogía, o -para otros- descubrimiento y esperamos que preludio de la lectura de la obra original de  Weiss y Hickman. En este segundo número, nuestros héroes se adentrarán en Pax Tharkas, legendaria prisión construida por elfos y enanos y ahora en manos de Lord Verminaard y sus temibles draconianos, con el objetivo de liberar a los humanos capturados por el malvado clérigo de Takhisis y de paso dar tiempo a la evacuación de la ciudad elfa de Qualinost. Y al margen de la infiltración y batalla final, las tramas secundarias irán avanzando hacia el épico final, revelándose algunos secretos sobre esa época pretérita en la que Huma mataba dragones con la mítica Dragonlance o sobre ese misterioso tipo con una joya verde en el pecho.

Ah, y sale Tika haciendo ya de guerrera, y Fizban, sale Fizban, y dice "bola de fuego" y además... Chicos, de verdad, ya os lo dije.... No soy la persona adecuada para escribir este post. David D. Domínguez.

6 de junio de 2008