Aunque empezó como ilustrador de prensa haciendo caricaturas para magazines tan importantes como Le Point, L’Expansion o Playboy, fue en el cómic donde François Boucq explotó verdaderamente. De su antigua experiencia, retiene el gusto pronunciado por los rostros expresivos y el dibujo al detalle, magnificado por un sentido del encuadre y la composición fuera de serie. Se dio a conocer por sus relatos humorísticos, donde la parodia le disputa el protagonismo al absurdo. Creó el personaje de Jerónimo Puchero, un corredor de seguros un poco distinto a los demás y que recorre la selva vestido con un traje de leopardo.
Dotado de una capacidad de trabajo poco común (llegó a dibujar dos planchas al día, sin menoscabar la calidad que le había valido la fama), Boucq deja de lado el humor para dedicarse a historias más realistas. Adapta al novelista americano Charyn (La mujer del mago: de próxima aparición en Norma Editorial, Boca de diablo), explora el western con Jodorowsky en las páginas de Bouncer o los servicios secretos del Vaticano con Sente en Janitor. Heredero directo de Jean Giraud, Boucq ha abierto puertas en el dibujo realista. Con el tiempo, esta síntesis de caricatura y rigor, legibilidad y precisión, ha dado lugar a un estilo único que le permite dar vida a todo tipo de géneros con el mismo brío. Acaba de publicar el quinto tomo de Jerónimo Puchero (recientemente aparecido en Norma Editorial: Jerónimo Puchero. El manifiesto del macho dominante).